Entre continentes

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Entre continentes


Debón comenzó su trayectoria como pintor profesional con trabajos de claro corte expresionista abstracto. Espontaneidad y empaste oscuro fueron valores permanentes en los primeros tiempos. Pero tan sólo en tres años, dio un salto evolutivo realmente importante, desvelándose como artista fértil, no conforme sólo con pintar, sino buscando conseguir fuertes efectos visuales que sorprendieran. Reutilizando una imagen en el contexto del más amplio debate lingüístico y abandonando la antigua fascinación por la materia.

La figuración se erige en protagonista a partir de las series «Minamata 1993», «Un rojo diferente 1995» y «Aigües 1996». Descubriendo en estos conjuntos una importante renovación formal respecto a anteriores obras, empleando las técnicas de serigrafía y electrografía e incorporando a las formas tradicionales nuevos materiales compositivos que podemos calificar de originales.

Al mismo tiempo incluyó en su modo de trabajar «el valor prototipo». Prototipos con los que él parece trabajar a voluntad, analizando cada una de esas categorías fijas y variables que inventa. Hombres vestidos con indumentarias extrañas se mueven libremente por el espacio frío y solitario que el artista crea.

Es un artista múltiple, trabaja indistintamente con la figuración o con los efectos geométricos. Pretende ir más lejos de la pura pintura. Con un realismo minucioso, el artista nos describe el paisaje a través de recuerdos.

El pintor valenciano ofrece en sus obras una peculiar forma de entender la acción del hombre destructor y la visión de la naturaleza siempre enigmática. La serie «Un rojo diferente 1995» unida a la originalidad técnica, destaca por su elegancia de formas y por una gran profundidad simbólica, aspectos estos, que difícilmente suele reunir una única obra.

La imagen fotográfica tiene una acusada presencia física en su obra. Juega con la reproducción de determinadas imágenes, con la pintura y con las transparencias y sus efectos. Aportando una peculiaridad óptica creada por él, efecto preceptivo equilibrado y difícil de entender. Aprendiendo de ello, el efecto de las vibraciones lumínicas que algunos materiales aplicados -como la piel sobre la superficie – ejercen sobre la obra. Creaciones de hecho estáticas que parecen moverse, que en esta última exposición abandona.

Aunque pudiera parecer que esta muestra no tiene nada en común con las anteriores, en realidad el artista vuelve a plantear el mismo tema de una forma más amplia; el globo terráqueo como conjunto de actuaciones que ha explicado en sus obras anteriores, el movimiento del sol, de la luna, de las gotas y torrentes de agua. Quizá me equivoque, pero creo que el artista atraviesa en este momento un periodo de transición que indudablemente dará sus frutos como ya aconteciera en otras ocasiones.

El rectángulo y cuadrados y las siluetas que dibuja los continentes, las costas africanas y americanas plantean un diálogo entre el fondo y los círculos. Liberándose en muchas ocasiones de la figuración y de la compresión del tema, tramas lineales que se solapan confluyendo hacia el vacío, hacia donde el artista desea. Plantea una comunicación entre el fondo y las formas, similar en ocasiones al del arte cinético.

Si en etapas anteriores trabajó con las gamas de negros, cremas y granates, Debón después de esta fase de colores opacos y mates, ha creado una serie de cuadros deslumbradamente cromáticos en una sucesión de tonos cálidos y fríos. De ello son nuevos ejemplos sus obras «Mundos de mundos «o» Evolución alternativa», piezas claves de esta exposición, y que podrían abrir nuevos caminos de investigación.

Continúa con esas siluetas planas frecuentes ya en épocas anteriores. Los continentes son transformados en formas amorfas y planas de color, en donde la única sensación de volumen viene dada por el efecto óptico de esa especie de malla, como sucede, por ejemplo en su obra «perspectiva global».

Para finalizar, sólo advertir que Antonio Debón es un pintor de su tiempo, artista que se abre camino entre la neofiguración y el arte cinético, buscando una dirección nueva que no tenga ni nombre, ni seguidores, con una mirada hacia delante. Dentro de ese sentido de individualidad que desde los años ochenta predomina en todas las corrientes artísticas del arte plástico español. Por esto no podemos encuadrarlo dentro de ninguna tendencia artística. Solo queda, como en muchos de estos casos, estudiar cada uno de sus trabajos desde la individualidad con que han sido creados.

Felisa Martínez Andrés
Profesora del Departamento de Historia de Arte de la Universidad de Valencia